lunes, 20 de noviembre de 2017

Tengo miedo

Yo jamás aguantaría eso. Me solía repetir a mí misma a los dieciséis años. Tierna edad, mejores recuerdos.

«Puta», así empezó todo. Cambió la forma de llamarme. Poco después, también deformó mi rostro. Los golpes duelen, pero también las palabras. Los pequeños, asustados, no comprenden nada. Nadie es capaz de oír el grito de socorro en mis ojos. Un grito mudo. Decidí callar. Ahora, esa cremallera es incapaz de ser traspasada por súplica alguna. Quejas, gemidos de dolor ahogados bajo charcos de lágrimas. Me ahogo. Es por eso, quizá, que ya estoy muerta sin pisar el cielo. Muerta en vida, no respiro. Mejor así, que no me escuche. Tengo miedo.

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