jueves, 16 de noviembre de 2017

Con la mirada caída, las lágrimas desfiguraban el suelo ansiosas de escabullirse. Estaba paralizada, incapaz de moverme, ni siquiera mis pensamientos se movilizaban. Solo tenía un sentimiento brotando fuera de mí; el miedo. Miedo a no salir viva de esa habitación, a no poder despedirme de mi madre, no poder pedirle perdón por no ser fuerte como ella. Moriré sin morir, una y otra vez hasta que se canse y sea como un trapo viejo tirado en el suelo y solo reciba desprecio. Ese es mi final, pero no me entregaré impasible, esa no soy yo." ¡Levanta la cabeza! ¡Es un cobarde! "me gritaba lo más  profundo de mi ser. Le miré, cerré los puños y corrí a mi destino.

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