—Su nombre es Socorro, ¿correcto?
—Así es… «S» de sufrimiento, «o» de olvidada, «c» de cardenal, «o» de oprimida, «r» de rezar, «r» de resistir, «o» de obsérveme.
—Sí, ya sé cómo se escribe. ¿Se encuentra bien?
—Claro —el marido tomó aquella mano temblorosa y la apretó con una sonrisa—. Es solo que hoy se ha levantado graciosa.
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