Habías sido violada en grupo por unos indeseables. Ellos, amparados en su machismo, consideraban tu belleza como una propiedad grupal.
Tras el acto brutal te subiste los pantalones y te fuiste a casa llorando sin saber si debías denunciar aquella tortura. Te malinterpretarían, te dirían que quizás eras "una suelta", volverías a sentir a aquellos ojos en ti, en tu cuerpo, en tu carne desflorecida.
Una vez en casa, y al entrar en tu habitación, miraste la fotografía sobre la mesilla.
Eras tú, la misma. Y al fondo, en el cielo, pudiste ver una luz que antes no estaba. Y unas palabras que salían de la misma:
" Mujer más bella que el sol. Denuncia."
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