jueves, 16 de noviembre de 2017

La huida

El Avión salía a las cuatro de la tarde:

Pensé que a cuatro mil pies de altura, a dos mil kilómetros de distancia, los proyectiles de sus manos no alcanzarían el objetivo de mi cuerpo.

Que ese Lobo enfermizo en el que se había convertido incluso cuando la Luna era menguante no olfatearía el olor de mi sangre.

La maleta repleta de gratuita violencia lamia el escozor de mis heridas.

¡Huir!

¡Escapar!

¡Zafarse!

¡Eludir!

¡Desaparecer!

¡Volatilizarse!

¡Evaporarse!

¡Quizá hasta el suicidio!.Todo entraba en mis planes.

El miedo es de ida, nunca de vuelta.

Y estoy sentada en la primera fila de mi viaje, donde la voz vuela más alto que los

Aviones.

Estoy denunciando malos tratos en Comisaría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario