domingo, 26 de noviembre de 2017

Justina

Recuerdo aquella noche, cuando vivía en Hostal-Rivadavia. Había en el terrado, una mujer sola.
Yo denuncio y denuncio y me piden cosas estúpidas. Vas a la comisaria y te miran mal-  me decía al rato, mientras tendía mi ropa.  
A la mujer se le llenaron los ojos de lágrimas. No pude abrazarla.
Por eso pasan las cosas que pasan. – recalca la mujer.  
 No encuentro qué decir y vuelvo a mi habitación.
Leía "Justine" de Sade y me sorprendía la indiferencia con la trataban durante toda su vida. Luego, preparé café. Mi habitación era también mi sala de estar, así que tenía espejo. Allí, vi su rostro en mi rostro. Vi la misma desolación.

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