Era una tarde de octubre. Llovía; él llegaba a casa un poco antes de lo habitual. Al entrar, se sorprende; ni una luz, ni un ruido. ¡Ya estamos!. Se dirige a la cocina y en la mesa...una nota.
Me he ido; ¡no me busques!. Hace tiempo que tenia que haber tomado esta decisión; pero como?, yo te quería de verdad. Ahora ya no: no soporto tu cara, tu voz, tu olor, vivir en ese miedo. Miedo ¡SI!, miedo de ti, pero también miedo de mi. También yo podría hacerte daño; ¡que te piensas!!
Adiós.
Yo ya he pedido ayuda, creo que tu también deberías pedirla.
Ha dejado de llover. Ella camina. Cogido firme y dulcemente de su mano; su hijo.
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