lunes, 20 de noviembre de 2017

En las sombras

Los golpes de ese día habían sido más brutales que nunca. Los niños no estaban en casa, pero no tardarían en llegar del colegio.

Sara pensó en sus hijos, sus tres tesoros. Si su vida seguía así ellos jamás saldrían de esa espiral de dolor en la que su padre les había metido de cabeza.

Su marido, Mark, regresó al salón bebiendo una cerveza de lata y cuando la vio levantarse le asestó otra patada en el estómago.

Sara cayó nuevamente al suelo. Pero no tardó Mark en acompañarla. La sangre fluía chorros de su cabeza. Estaba muerto.

Cuando Sara se levantó y vio el agujero en el cristal, lo entendió todo: tenía un misterioso ángel guardián.

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