lunes, 20 de noviembre de 2017

Daños

La mañana transcurría como siempre, salvo por el ligero inconveniente de la falta de aire. La nariz rota por una caída mal explicada. Su marido le acompaña, ella le sonríe y él ni se inmuta, le sirve el desayuno, ella se siente como el humo. Con un beso forzado él se despide. Ella se sienta. Un momento de calma. Algo en su interior le abrasa, miedo, ira e impotencia; no lo entiende pero sabe que grita "basta". Una llamada, diciendo "ya no estás sola" le consuela, o al menos eso intenta. Ella llora desconsolada, el final está cerca. Las heridas y las marcas se curan, lo complicado es curarse de las heridas más profundas. 

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