lunes, 27 de noviembre de 2017

Cuerdas rotas

—¿Era esto lo que querías?  Mírame —y señaló a la acera.
     Desde allí arriba lo que vio le espantó
—¡No la toquéis! —gritó.
—Alguien tendrá que recoger los trozos —dijo ella— y  recomponer la marioneta  rota.
—Te quería… ¡no la miréis! —volvió a gritar mientras cubrían el cuerpo de la mujer con  una sábana.
—Esta vez tus gritos no servirán de nada…ya nadie puede oírte. Mírate. El espectáculo terminó. Las cuerdas con las que manejaste mi vida se han enredado en tu cuello. Ahora puedo saltar sola, no será necesario que me empujes.
—¡No me dejes solo!
—No lo estás, han venido a buscarte.
    Policías y sanitarios descuelgan el cadáver. Sentado en el sofá el diablo sonríe y espera.

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