lunes, 20 de noviembre de 2017

Cuentos vagabundos

¡El armario! ¡Eso es! ¡Qué gran idea! pensó Julia mientras, apresurada, recogía el dulce botín de golosinas y chocolates que con picardía ocultaba en el último cajón de su mesita, una linterna, un libro de cuentos y la pequeña manta a la que desde chiquitina siempre dormía abrazada. Atravesó con tan ligero equipaje la puerta del armario, la cerró con cuidado y al fin, acurrucada en el rincón donde su muñeca ya la esperaba paciente, a la oscuridad suplicó en silencio su amparo, segura de que aquella noche no descubriría su escondite el monstruo que, siempre cauto y sigiloso, en su habitación se colaba para atormentar sus sueños.

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