Ahora puedo recrearme en el silencio. Es como si la casa hubiera derribado sus muros para abrirse a un mundo sin temores ni cobardías, sin voces ni grilletes. Un mundo por estrenar.
Y mis piernas, que aún no recuerdan cómo caminar, han dejado ya de temblar y ansían erguirse y recorrer las alamedas y los bulevares, aquellos lugares que ya solo habitaba en mi memoria, la vida. Y mi rostro, limpio por fin de los macabros mapas que la sangre dibujaba bajo su piel, ha rejuvenecido y refleja, sereno, la luz que por fin se cuela a través de las cortinas.
Ahora que tú estás donde te corresponde, ahora; soy yo.
Y mis piernas, que aún no recuerdan cómo caminar, han dejado ya de temblar y ansían erguirse y recorrer las alamedas y los bulevares, aquellos lugares que ya solo habitaba en mi memoria, la vida. Y mi rostro, limpio por fin de los macabros mapas que la sangre dibujaba bajo su piel, ha rejuvenecido y refleja, sereno, la luz que por fin se cuela a través de las cortinas.
Ahora que tú estás donde te corresponde, ahora; soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario