miércoles, 23 de noviembre de 2016

Víctimas

Un cochazo. Un cochazo conducido por un hombre exitoso y elegante. Una tía despampanante a su lado.

Era uno de los anuncios que más le gustaban a Juan. Le hacía soñar despierto. Llevaba más de tres horas allí sentado con la vista perdida en el televisor. Las palabras de sus mejores amigos eran pura verdad: ella era una guarra, una zorra que lo había dejado por otro y ahora se lo estaría follando una y otra vez. La muy puta. Su madre si que era una mujer; siempre devota a su padre, siempre cumpliendo con su deber.

Juan la encontró sola en su apartamento. Ella lo miró aterrorizada. Él lo comprendió: ella era suya o de nadie. Y así fue.


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