miércoles, 23 de noviembre de 2016

No seas la próxima

Nunca las escaleras de aquel dúplex le habían parecido tan altas.

No entendía cómo aquellas manos que antaño la acariciaban se volvieron tan rudas y hostiles, ni por qué la boca que la besaba con pasión, que la enamoró con hermosas palabras, fuera susceptible de proferir tantos insultos. ¿Cómo podía escupir tanta crueldad? ¿Cómo podía justificar tanta sinrazón, alegando que todo lo hacía por su bien? Insistía en que la amaba, pero también en que ella era la culpable de ponerle nervioso con su comportamiento y su forma de vestir. Lo peor fue que le llegó a creer. ¡Si se hubiera armado de valor, si le hubiera denunciado!

Ahora, él está entre rejas y ella en una silla de ruedas.

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