Por las ventanas se ve la calle. Llueve con fuerza y el gris lo cubre todo. La mujer de la ventana tiembla. Está sola y agradece estarlo; pese a todo, hay paz entonces. No se atreve a salir por miedo a que la vean, a veces fantasea con que no la reconozcan y poder marcharse y no volver, caminar hasta caer. Pero se desdice y se llama tonta, cómo no la van a reconocer sus vecinos. Ha vivido toda su vida allí, la conocen. Por eso se le hace tan duro, por eso no se atreve, piensa para sí.
A todo esto, llega él a casa y ella sabe que va a ser el día. Encontrarán su cuerpo mañana.
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