miércoles, 23 de noviembre de 2016

La normalidad del vuelo de los aviones

Todo iba porque todo era normal. La lluvia de moretones y lágrimas ahogadas en café aguado eran destructivamente normales. Catherine veía pasar por la ventana todos los aviones que nunca se atrevía a coger. Lo normal era despertar con un triste sabor de boca, de esos que dejan la resaca de las pesadillas. Lo normal no era ducharse todas las mañanas. Las ganas volaban al ritmo de los aviones. Las madrugadas que Clément la deslucía, Catherine no se atrevía a ducharse por miedo a hacer ruido. Aunque las ganas sobraran.

Pero todo fue mejor, Catherine, el día que te duchaste con una sonrisa, te cubriste de agallas, te besaste las heridas y caminaste hasta el aeropuerto de los sueños posibles.

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