miércoles, 23 de noviembre de 2016

El reflejo de los golpes invisibles

Recorrió su cuerpo con la toalla. El baño estaba lleno de vaho y el cristal devolvía una silueta triste. Esperó hasta que el espejo reflejó su rostro adolescente. Dejó caer el paño al suelo y descubrió todos sus rincones. Ni un solo moratón, aunque se sentía apaleada. Cada golpe había sido audible, pero no visible. Estaban dentro, tan profundo que hasta se reconocía culpable. Se sentía suya, de él, y no suya de sí misma, parte de un mundo ajeno y, sobre todo, se apreciaba como objeto de placer para quien decía amarla. Amarla mal. En el reflejo no se halla. Tenía miedo, vergüenza por haberlo consentido. Era el momento de pedir ayuda, pues el amor no duele.

No hay comentarios:

Publicar un comentario