jueves, 24 de noviembre de 2016

Aquellos pequeños actos

En la mesa contigua de la terraza almorzaba otra pareja. De repente, el hombre habló: "Mi cerveza... ¿Puedes ir a preguntar?". La mujer se levantó como una autómata. Nosotros ya nos marchábamos, cuando volví a oírlo: "Hace dos horas que he pedido la cuenta". La mujer no dejó que terminara. Mientras nos alejábamos, observé como ella se perdía entre la penumbra del bar. Cuando llegamos a casa le conté a mi novia la tristeza que me provocó aquella situación. Temí exagerar. Por la tarde, estábamos sentados en el sofá y mi móvil empezó a sonar en el recibidor. Mi novia hizo ademán de levantarse, pero le dije: "Es el mío, yo iré". No pude contenerme y empecé a llorar.

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