viernes, 2 de diciembre de 2016

Ganadores del Tercer Concurso de Microrrelatos Contra la Violencia de Género

Reunido el Jurado del III Concurso de Microrrelatos contra la Violencia de Género, formado por las siguientes personas:

Presidenta: La concejala de Igualdad y presidenta del Consejo Municipal de Igualdad del Ayuntamiento de San Javier, D.ª Estíbaliz Masegosa Gea.

El coordinador de la Biblioteca Municipal del municipio de San Javier, D. Antonio Díaz Grau.

La asesora jurídica del CAVI Mar Menor y miembro de la Comisión de Violencia de Género del Consejo Municipal de Igualdad del Ayuntamiento de San Javier, Dña. África Escudero Vera.

El secretario del Consejo Municipal de Igualdad del Ayuntamiento de San Javier, D. Felipe Andrés Gutiérrez.

Una vez leídos todos los microrrelatos, el jurado otorga los siguientes premios, según las bases del Concurso, a las siguientes personas:

1er premio, dotado con 250 euros, a Dña. Ana López Aguilar, con el microrrelato Cuando marcar a tiempo es una victoria.

2º premio, dotado con 150 euros, a D. Antolín Romero Ortega, con el microrrelato Luz García, 4 años.

3er premio, dotado con 100 euros, a Dña. Laura Cabedo Cabo, con el microrrelato Nana.

Estos son los ganadores del concurso, pero todos los que habéis participado y todo aquel que esté leyendo este blog es ganador y su premio es escribir y/o leer pequeñas gotas semánticas contra la violencia de género.

GRACIAS, Y HASTA EL AÑO QUE VIENE

lunes, 28 de noviembre de 2016

Alma perdida


La quiere y es propiedad suya, eso dice. Ella no habla de sí misma, pues quien no existe carece de palabra. 
Es un espectro viviente contemplando la noche de las almas en pena. Sin temor, ya no, sin luz no hay alma, 
un álamo, seco y estanco cuyo rama quisiera mover, al menos una pizca de sentir, más bien atrapada en el 
abismo existencial donde nada cabe esperar. La muerte no la teme, tan cercana y familiar, sin apenas aviso 
puede acabar con todo. Le han desgarrado la sensibilidad, pero tampoco un corazón moribundo puede 
desvanecerLe han devorado las alas y la vida. No siente compasión por sí misma, el monstruo se la ha robado, 
pero él, vaya, la quiere...


 

Ella


Un día cualquiera...en un lugar cualquiera.Ella abrió los ojos...Él le cerró la boca.
Pasaron muchos días cualesquiera.
Y un otoño, en el dormitorio, justo antes de dormir. Él le dijo:- ¡Vete a la mierda! 
Ella pensó: -Menudo beso de buenas noches me regalas... ¡Yo, también te quiero!
Al día siguiente, un 23 de Octubre, recién estrenado el otoño, al amanecer, recuperó su nombre, su integridad y el respeto por sí misma. Lucía dijo: ¡Basta! ¡Esto es todo, menos amor!
Ella, abrió definitivamente los ojos, comenzó una nueva vida  y nunca, nadie, jamás...le volvió a cerrar la boca.



  



viernes, 25 de noviembre de 2016

Regalos mágicos

Queridos Reyes Magos: Necesito un bastón como el del abuelo para mi mamá. Mamá siempre está triste, porque es algo patosa y se cae continuamente. A veces se resbala en la bañera, otras veces tropieza en el patio y se hace cardenales por todo el cuerpo. Siempre se cae cuando yo estoy en el colegio y no puedo ayudarla. Debe de dolerle bastante, por eso llora tanto. Mi papá se disgusta cuando a mamá le pasan esas cosas y está varios días sin hablar. Me gusta verlo así, porque normalmente grita mucho y me asusta. Dice mi mamá que eso es porque está sordo. Así que también necesito un aparato como el que se pone la abuela para oír bien. 

Escuchar

Le dije:
He pensado que si transformas tu voluntad, corriges tu despecho, afrontas tus errores, obras con amor, amortizas tus palabras, repartes tus trofeos cada noche y dejas de manifestar el ego, revisas tus propósitos conmigo, dejas de ser mi guardaespaldas, pronuncias mi nombre cada día con atención, escuchas mi voz sin alterarme, dejas de herirme en la rutina, apaciguas tu ira en las fronteras de nuestra casa, expones la acidez de la malicia cumpliendo tu propia sentencia y dejas de escupir en tus zapatos...todo iría bien.”
¿Había convertido en un artista al que por vocación devoraba el milagro de las mujeres, a las que ocasionaba la inquietud, el dolor o el sufrimiento?
Yo solo sé que me escuchó.

La primera vez

La primera vez, él le hizo daño y ella juró que lo que le hizo sentirse última también sería la última. El arrepentimiento de él no hizo de la última la primera, porque sin perdón no hay siguiente, y su perdón estaba destinado a aquél que la hiciera la primera.

La otra

- ¡Amor! ¿De dónde vienes? Hueles a perfume barato.

- No me controles mujer. No me mires así. ¡No tienes derecho!

Con esa infidelidad comenzó la triste historia de aquella joven, que por el día soñaba y por la noche lloraba.
Nadia nunca dijo nada, pues aquel hombre la quería, la quería sólo para él; al que no podía denunciar, pues el amor se convirtió en miedo.
Un cierto día azotó el golpe más fuerte, y con aquella mano llegó el final del llanto. Dos huérfanos más y un hombre que llegó tarde a la cárcel.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Una mujer valiente

María camina tomando la mano de su pequeño de cuatro años. A lo lejos observa los movimientos bruscos de un hombre. Cuando se acercan más, el niño y ella, escuchan los insultos que arroja ese hombre a una mujer, por lo que varios vecinos se han asomado a las terrazas desde donde contemplan impasibles la escena. El hombre comienza a propinar empujones a la mujer y María no duda un instante en decirle a voces que deje de agredirla. Él la amenaza diciéndola que no se meta si no quiere arrepentirse, pero María le exige que deje tranquila a su víctima. Él, irritado, decide marcharse y María siente una gran frustración al comprobar que la mujer se marcha con él.

Solo una oportunidad

Pequeñas luces rojas imaginarias, especies de diodos cerebrales, llevaban mucho tiempo encendidas presagiando males mayores. Parecía que ella no las veía mientras el resto de nosotros sentíamos la amenaza a diario, expectantes ante todas sus reacciones. Y entonces, se desató la tempestad y la amenaza se tornó realidad. La encontramos llorando y con cardenales en la cara y temimos lo peor, que esto sería sólo el principio.

Nos miró con la mirada extraviada y triste y dijo: «Si cometo el error de perdonarle una vez, entonces ya no podré pararlo, ante algo así, nunca debe concederse una segunda oportunidad», y pensé: «ha vuelto a ser ella, ha logrado conjurar el mal».


Ven


Mujer, se cumplen 83 años en que puedes ir a votar, en el que se te considera persona, con
capacidad de manifestar tus pensamientos y deseos. Puedes trabajar con la tranquilidad de
estar asegurada médicamente y laboralmente. ¡Qué gran logro!, y aún así, ¿dónde está tu
autoestima?. ¿Por qué perdonas los insultos, vejaciones y ataques físicos?. 
No necesitas tener novio desesperadamente. No tienes que vivir con alguien que no amas, sí, no amas. Puedes valerte por tí misma, te queremos más que ese hombre que te humilla como persona. No mereces sufrir. Tú no puedes ayudarle, olvidar las vejaciones. Él es quien necesita ayuda. Si no quiere, aléjate de él. Estamos contigo. VEN, déjanos cuidarte.

Vamos rafaela

-Vamos Rafaela, hay que bañarte.
Ese era el momento más enigmático que vivimos cuidando a Rafaela, postergada en una cama móvil, donde sólo le respondía un pequeño porcentaje de sus extremidades… Quizás, necesitaba hablar para distraer al dolor de unos huesos cascados por la humedad de los ciclos, quizás porque hasta estos momentos de incapacidad no se había liberado de si misma, quizás porque su imaginación llegaba a la puerta de la vehemente muerte…
 
II
La guerra casi estaba acabando, había hambre en la aldea, los pactos escasos no daban para comer al ganado, que era de lo que sobrevivíamos… Una mañana de marzo, llegó “el guardia civil “, que vigilaba aquellos terrenos, a galope en un caballo castaño. Paro en la puerta de mi humilde casa y bajo del caballo. Traía una capa verde (parte del uniforme) con manchas de sangre muy viva… 
-Buenos días Rafaela.

-Buenos días Don Emilio. ¿Qué le trae por mi humilde casa?

-Perdone Rafaela, pero he sufrido una caída del caballo y traigo un gran corte en la espalda.

La casa que más cerca me cogía era la suya, para pedir ayuda.

-¿Cómo le puedo ayudar Don Emilio, mi marido no está, salió muy temprano con el ganado…? ¡Usted me dirá!

-No lo sé Rafaela, pero me duele mucho y no puedo cabalgar hasta la aldea.

Lo ayude a caminar hasta el interior de mi casa y lo tumbe en mi colchon.En la chimenea cubos de agua tibia que esperaban calentar para lavar las ropas, los arrimé más al fuego. Don Emilio sentado en la cama, casi sin fuerzas, se quito la capa, se desabrocho algunos botones de la chaqueta y la camisa… como involuntariamente se volvía tumbar. Yo, buscaba paños para limpiar la sangre, mientras calentaba un poco de leche en el fogón de carbón donde cocinaba.

Me pidió que le ayudara a quitarse la chaqueta, los botones que le quedaban por desabrochar de la camisa. Yo, temblorosa y dispuesta le desabroche los botones de la chaqueta cuidadosamente mientras el miraba a mis ojos fijamente. Se incorporo lentamente ayudándose con un solo brazo se quito la chaqueta del uniforme sin dejar de mirarme.

Mientras yo, algo incomoda, por esa mirada tan avellana que le iluminaba el rostro a pesar de su palidez.

-Era bello, educado, elegante y disciplinado Don Emilio.

Fue en el último botón de la camisa que le quite cuando un fuego me quemaba la cara mientras evitaba mirar su pecho entretenida en sus ojos. Como pudo se quito la camisa manchada de sangre y me pidió que le mirara el costado izquierdo .Le pedí que se volviera, me acerque y vi como de un profundo corte brotaba sangre como si de un rojo cielo naciera una luna negra…

-¿Cómo fue la caída Don Emilio?-pregunté mientras limpiaba la sangre del alrededor de aquel corte corto y profundo, con el agua templada y un paño.

-el no contesto.

Mis pensamientos me atacaban pensando en tan corpulento torso, en tan rectos hombros, en tan perfectos brazos, que un palpitar en mis labios menores, me asusto y comencé a temblar más…me sentía húmeda, mojada… Don Emilio me dijo que no tuviera cuidado que soportaría el dolor, y eso hacía que me palpitara más fuerte el corazón clitoriano. Me arme de valor y me deje llevar… Lave la herida de Don Emilio con esmero, con frenesí y se subió al caballo sin dejar de mirarme a los ojos hasta dar un golpe severo con las espuelas a su castaño, esbelto caballo pero esta vez con una fea sonrisa bajo su nariz afilada…
Libertad

En su cama fría

En su cama fría, Rafaela, yacía entre sabanas blancas, con su cara rosa; carecía de arrugas su piel, y unas rojizas mejillas embellecían su presencia en aquella habitación de muebles apolillados por el insecto que contribuyen a fraccionar la biocenosis
Un pasillo largo llevaba a la habitación de Rafaela; ella era la fuerza del sol, de los montes, de las jaras…La naturaleza con su pseudónimo…
En los momentos díficiles, como cuando había que inducirle a excretar, ella sufría por nosotras, sus cuidadoras: sus psicólogas, sus violetas cariñosas, sus brazos, sus pies de tierra, sus protectoras y guardianas de “la antesala de la muerte”, ella siempre nos relataba una historia erótica para relajarnos y hacernos reír… Hacernos reír era su propósito en aquellos días de asimilación… Rafaela tenía 93 años y su voz grave, temblorosa, era un eco para nunca olvidarse memoriza… Rafaela fue una revolucionaria inteligente en un país de pistola y charol sobre los bigotes verdes, que yo, también conocí en mi adolescencia.
Rafaela fue una de las bellas más bellas de su aldea desde que dejo de ser niña por obligación Y se convirtió en madre de ocho hermanos con tan sólo doce años…

Va a salir el sol

El día asoma gris pero sabes que por fin, va a salir el sol.
Fuiste quien de abrir tu viejo paraguas, antes de que estallase otra tormenta, de viento y lluvia.
Sientes frío, abrígate. Sabes dónde encontrar refugio.
Todo menos mirar atrás. Hacerlo va contra ti, va contra la mujer. La que un día fuiste y dejaste de ser. Anulada por la lluvia, el viento y la tormenta que no te dejaban ni ver.

Todo pasará

Podemos asegurar que todo lo malo pasará. Habrá un día en que la maldad será repudiada en este mundo. Ni mujeres, ni hombres, ni niños tendrán por que callarse más. No tendrán que aguantar el dolor que les provocaron aquellas personas que un día le mostraron amor incondicional. Las heridas sanarán, las cicatrices se quedarán como un mal recuerdo, pero el tiempo todo lo cura. Este gran aliado hará que todo se quede en el pasado y que las personas culpables tengan un juicio por el dolor que provocaron en nuestras vidas. Nuestras bocas serán liberadas del silencio y gritarán a los cuatro vientos: ¡NO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO! Porque un mundo mejor, es posible.

Nadie recuerda su nombre

Nadie recuerda el nombre de las mujeres asesinadas. Tampoco el nombre de sus verdugos. No lo dicen en los medios. A los funerales de las víctimas no va ni un Secretario de Estado. Empiezo a estar cansada del silencio, de la poca repercusión social que suscita este tipo de terrorismo, que mata a una media de 50 mujeres por año. ¿De verdad les importamos tan poco? ¿Por qué no dotan a las autoridades de los medios necesarios para combatir en serio esta masacre?
Quizá es que sólo somos números. ¿Qué importa cómo se llamara la mujer que asesinaron ayer? Los medios destacaron que era la víctima número 36 en lo que va de año.

El deber

A Elías se le cerraban los ojos. En el vagón viajaban cuatro personas más: una madre con un niño y dos chicas adolescentes. Entonces, el tren paró y se subió una pareja. Los gritos de él sacaron a Elías de su letargo. Llamó "puta" a la chica y la zarandeó. Elías tuvo miedo de intervenir; el tipo medía cerca de dos metros y parecía peligroso. Amenazaba con golpear a la chica con el puño cerrado mientras ella lloraba. La madre y las dos adolescentes miraron con ojos suplicantes a Elías, que sólo deseaba llegar a la próxima estación, la suya, para bajarse. Por fin, el tren paró y las puertas se abrieron y luego se cerraron. Nadie subió. Nadie bajó.

Triste sirenita

Acurrucada en la playa, la sirenita lloraba. Se sentía tan sola, tan perdida en ese mundo desconocido y ajeno de pronto tan árido y hostil. Echaba tanto de menos su casa... el olor a sal, las algas, los corales, el hondo y rítmico latido del mar... Todo lo había perdido tras un espejismo de amor del que ya nada quedaba salvo infinitas promesas rotas y un bello príncipe tornado en cruel Barbazul. Tarde se dio cuenta... "Encontraré el camino de regreso", se dijo, al adentrarse lentamente en aquel mar bravío de aguas oscuras y profundas que tanto la había añorado, decidida a no flaquear esta vez. A cada paso se hundía más y más. Su alma, libre al fin, sonreía.

Cuenta atrás

10 El mejor hombre con el que podría estar.
9 Me ama como el día que me conoció.
8 Hoy ha nacido nuestro segundo hijo.
7 Me ha gritado por hablar con mi compañero de trabajo.
6 Hoy me ha criticado mi forma de vestir.
5 Me ha llamado zorra delante de sus amigos.
4 Mis hijos están asustados, mi marido no para de gritar.
3 Ha llegado borracho a casa, quiere tener sexo en contra de mi voluntad.
2 Hoy me ha dejado el ojo morado, ha sido sin querer.
1 El me dio una paliza, no volverá a hacerlo.
0 ...
Detén la cuenta atrás

Proceso

Llego al juzgado, espero a que llegue el abogado de oficio en una sala de espera con mucha gente; una vez dentro, que si Diligencias Urgentes, que si Previas, 544 ter o bis; papeles por la mesa y en la carpeta del abogado, contesta las mismas preguntas con diferentes palabras; espera la resolución; firma la declaración y un papel con los derechos sin saber porqué; espera la resolución del juez y a que tramiten la orden, más papeles; finalmente, con un montón de papeles que no entiendo y con una breve explicación del letrado, vete a casa y a esperar que los papeles me protejan de un maltratador con libertad de movimiento... no podría ser todo más claro?


Blop

BLOP. El vaso de agua le goteó en el suelo. Ya sabía lo que eso significaba: dolor. Ignoraba de dónde le vendría el golpe ni qué parte de su cuerpo lo recibiría. BLOP. Nada. Respiró aliviada. No había golpe: Él ya no estaba. Un hondo suspiro se escapó de su cuerpo junto con una lágrima de alegría y victoria. Por primera vez sintió paz.

A muchos kilómetros de allí fue a él a quien le goteó el vaso. BLOP. A su compañero de celda aquello le ponía de los nervios. BLOP. Le miraba con la misma mirada que ella había temido durante años en silencio. BLOP. El cazador se sintió presa. BLOP. Se encogió ligeramente. BLOP. Buena suerte, Mario.

16 años antes

...entonces cerró la puerta, empuñó el revólver y le apuntó a la mujer; la ventana le era invisible, yo lo vi todo. En especial, el pánico en el rostro de mi madre.



Yo

Ahora puedo recrearme en el silencio. Es como si la casa hubiera derribado sus muros para abrirse a un mundo sin temores ni cobardías, sin voces ni grilletes. Un mundo por estrenar.

Y mis piernas, que aún no recuerdan cómo caminar, han dejado ya de temblar y ansían erguirse y recorrer las alamedas y los bulevares, aquellos lugares que ya solo habitaba en mi memoria, la vida. Y mi rostro, limpio por fin de los macabros mapas que la sangre dibujaba bajo su piel, ha rejuvenecido y refleja, sereno, la luz que por fin se cuela a través de las cortinas.

Ahora que tú estás donde te corresponde, ahora; soy yo.

Lost & found

- ¡Al fin los encontré Dolores!
-Qué cosa Victoria, qué cosa encontraste.
-Los derechos, Dolores, los que había perdido y andaba buscando desde hace un siglo.
-Ay, Victoria. ¿Cuáles derechos eran esos que fuiste tirando por ahí?
-Yo no he tirado nada, Dolores. ¡Me los quitaron! De vieja me vengo a dar cuenta. Ay, ay, ay.
-Victorita, siéntate un rato, cuéntame despacito. ¿Qué derechos? ¿Quién te los quitó?
-La sociedad me los quitó. ¡Saz! Como carterista hambriento, y yo ni cuenta me di. Todavía me faltan algunos, pero ya te muestro los que encontré. El de la igualdad de oportunidades, el de la educación; mira este otro, qué bonito, es el de la salud sexual, tengo más, ya te enseño…

El descanso

La luz se me colaba entre las pestañas difuminada. Me giré en la cama e intenté fijar la vista en el despertador. ¡Las 11:00! Se me había olvidado aquella sensación de dormir profundamente. El monstruo cínico de la televisión y sus anuncios de Dormidina me empezaban a parecer desagradables.
Es difícil sanar el daño sufrido por una mujer debido al dominio de su novio, a su control. Cadenas y mordaza. Incluso estando entre rejas no había podido conciliar el sueño, rumiando despacio en mis adentros todas las ofensas, los abandonos, los golpes…
Cuando ella apareció en la cárcel sólo para perdonarme, derrumbó mi culpa, y volví a sentir que mi vida tenía solución, que podía seguir adelante.
Y pude descansar.

Sé que me querrá

No puede ser que ella me haya dejado de querer con todo lo que me ha querido siempre, con todos los buenos momentos que hemos vivido. No puede ser que quiera irse ahora, precisamente ahora que he empezado a cambiar. Sólo está confundida. Tal vez demasiadas películas donde la vida es de color rosa, demasiados anuncios donde todos sonríen alrededor de una mesa. Si nosotros somos felices, no sé qué más quiere. Y además prometió eso de amarme en la prosperidad y en la adversidad todos los días de mi vida. Sí, reconozco que las cosas no han sido siempre perfectas, pero ahora he cambiado. Sólo tengo que obligarla un poco a que me quiera y sé que me querrá.

Sin piedad

Entré en casa mareada por la cerveza, forcejeando para cerrar la puerta, aunque el miedo me llevó a enfilar escaleras arriba al ver que Manu, también bebido, había metido la pierna. A solo tres escalones perdí el equilibrio. Me levantó agarrándome por el brazo, clavándome las uñas, cuando retorcida de dolor oí a mis hijos gritar y conseguí zafarme, escondiéndome en el baño.

Era cuestión de segundos… una patada acabó con la cerradura.

Desde el suelo, mi cuello entre sus manos, mis ojos en los suyos rogando piedad, sin aliento, dejé de luchar y me abandoné.

Como un puñetazo, el aire inundó mis pulmones. Abrí los ojos… un guardia civil le empujaba sin piedad, hasta detenerlo. Había salvado mi vida.

Haz big bang de amor de tu materia oscura

La materia y energía oscuras ostentan el 95% del cosmos, monopolizando, pese a su invisibilidad, el devenir de todo el universo. Cómo desentrañar los entresijos de la penumbra y anular la perversión de antimateria que en su violenta colisión destruye el equilibrio fascinante de la vida. Punto O. Cómo agregar en quásarica luz de amor, una singularidad gravitacional de entendimiento que irradie expansiones de claridad afectiva sobre tus beleidades. Cimiento. Cómo apaciguar el temblor de tus inseguridades, abiertas en terremoto sobre mi carne; mostrarte que tu fortaleza reposa sobre el baluarte de respetarme y que, en vulnerarme, sólo habita el monstruo de tu debilidad. Cómo revelarte la plena libertad que a la mía ama. Díme cómo, amor, en ciento veinte palabras.

La cruda realidad

La muñeca sin manos cerraba fuertemente los ojos mientras sus muñones rosados acariciaban el lomo de la pantera de trapo cubierta de esos cardenales oscuros que pasaban por manchas. La liturgia se repetía así y no de otra forma según escuchaban al “Pocoyó” entrar en casa y dar el portazo de todas las noches, una vez el día lo había derrotado. Esta noche en cambio el portazo se había convertido en llamada, suave, casi tímida en su resolución. En el rellano la pareja de peluches del cuarto rogándole que bajara con ellos a su piso, al menos para calmarse lo suficiente para poder llamar al 016 y encontrar detrás del mismo un horizonte.

Promesas

No soy tuya. Nunca lo he sido. No pertenezco a ningún lugar ni a ninguna persona. Mi alma es libre. Libre para amar y decidir. Libre para ser o no ser.
Estoy llena de fuerza. Una fuerza infinita e imbatible. Puedo con todo, ¿te enteras?. Con todo.
Se acabó el tenerte miedo. Tus golpes hace tiempo que no duelen, y tus voces se convirtieron ya en ecos lejanos. En cambio, me inundan los susurros cálidos de nuestros hijos, su apoyo eterno, sus lágrimas desesperadas. Por ellos lucho.
Saldré adelante, sin ti. No te necesito, hace tiempo que aprendí a caminar sola.

«Todo esto te diría si aún estuviera viva. Pero al final, tu promesa se cumplió antes que la mía.»

Ellas y ellos

Mientras el café se enfriaba en la taza, leyó nuevamente la noticia. Por desgracia, se había convertido en algo demasiado habitual, pero esta vez era distinto. Era Laura, su amiga... Laura, eterna adolescente... Laura y sus ellos. Los mismos ellos que le quitaron la libertad, la alegría y, finalmente, la vida.
 
Miles de sensaciones y recuerdos entremezclados se agolparon en su cabeza. Sus "ellos" eran distintos... Sus hombres eran humanos e infinitamente hermosos... Su padre, su hermano, su pareja; los hombres de su vida... Sus ojos no se contuvieron más y rebosaron de lágrimas, al tiempo que una mano amada se posó con ternura en la suya. Gracias, le dijo, por todas las mujeres que no tenían su suerte.

Reflejo

Al salir de casa mamá siempre se mira en el mismo espejo

Extiende el carmín rojo sobre sus labios, sin apreciar los restos de pintura en las comisuras.

Entonces sonríe y desliza el dedo por los dientes mientras abre la puerta.

Sin embargo, cuando papá viene a casa, todo es distinto

No hay pintura en las comisuras, ni sonrisas y la puerta está cerrada

El espejo hecho añicos

La salida

Cada vez que salía por la puerta sin su permiso, él la recibía a su regreso con insultos, con amenazas y golpes. Por eso, una noche, ella decidió que había sido la última vez, y salió por la ventana.


¿Me quiere?

Me quiere

No me importa que me pregunte qué hago o con quién estoy. No es que sea celoso, es que tiene miedo de perderme.

No me importa darle mis contraseñas. No es que quiera controlarme es que no tengo secretos para él. Lo compartimos todo.

No me importa alejarme de mis amigos. No es que pretenda aislarme es que es inseguro y se pone triste cuando estoy con otros chicos.

No me importa cambiar algunas cosas. No es que se enfade por todo es que soy un desastre y cometo demasiados errores.

No me importa cambiar mi forma de vestir. No es que me prohíba nada pero me ha hecho entender que ciertas prendas debería verlas solo él.

¿Me quiere?

Hablemos de cobardía

Esta es una carta de despedida, amor. Es una carta de liberación con la que te digo adiós. Esta es mi pobre forma de salir de esto y no volver jamás, la forma cobarde de abandonarte y huir. Pero yo no soy cobarde, lo eres tú.
Cuando me gritas e insultas en la calle.
Cuando huyo y me atrapas.
Cuando me pegas estando borracho.
Cuando me agarras fuerte y haces conmigo lo que quieres.
Pero ahora para mí no habrá más gritos, serán tuyos todos los del mundo. Para mí ya no habrá vergüenza, a ti te perseguirá toda la vida. No recibiré más miradas lascivas, pero a ti te acosarán siempre, vayas a donde vayas.

Adiós amor, hasta siempre.

A la tercera la vencida

A la tercera la vencida. Seguro que esta vez la carne guisada con patatas le iba a quedar perfecta, se dijo para sí misma Yolanda. Vale, la primera vez le había quedado demasiado dura la carne y la segunda demasiado salado el caldo. Tenía razón Eusebio en enfadarse. Pero esta vez no iba a fallar. Estaba segura. Aunque todavía le dolía la muñeca al pelar las patatas debido al retorcimiento que le había producido Eusebio. Bueno, se lo tenía merecido la inútil de Yolanda. Eso le había dicho la última vez. Y la anterior. También fue lo último que escuchó antes de que sintiera una puñalada en el pecho. El guiso estaba estupendo. Pero a la tercera fue la vencida.

Reflejos

Hola, hace tanto que no hablamos que apenas recuerdo quién eras.

Permaneciste oculta en las profundidades de mi ser para que no te encontrara, inmersa entre las dudas, el dolor y el miedo. Cambié tu voz por el silencio y me entregué; Le di mi alma, mi cuerpo y mi voluntad. Él cambió los besos por los gritos, los abrazos por los golpes y el amor por la exigencia; Me encerró en un mundo cruel donde aguardé invisible hasta encontrarte.

Hoy al verte en el espejo suspiré y mirándote a los ojos me dijiste: "Nunca más"

Fénix

Y con todo, lo peor es que no me sentía yo, es como si hubiera perdido mi ser. Sabía que era una persona con una vida, con una familia. Me sentía querida. Creía que formaba parte de algo importante. Hasta que un día me di cuenta que estaba sola, que no era nada, que alguien podía anularme hasta sentirme vacía, con el cuerpo violado y el alma arrancada, y todo por mi culpa, porque era idiota y lo estropeaba todo. Tenía miedo: me dijo que si lo contaba me quitaría a mis hijos. He necesitado renacer para saber de nuevo quien soy, perderme para encontrarme. Ahora voy a recuperar mi sitio y nadie me lo va a impedir.

Pureza en estado frágil

En su garganta, bocanadas de aire se ocupaban de acariciar ese persistente nudo cada día más doloroso.
La ligera brisa que entró por la ventana le recordó al agitado y discreto aleteo de los colibríes. Imposible que no quisiera sentirse uno. Volar y mantenerse firme en su propia lucha por la supervivencia. Tener un diminuto corazón emitiendo 1200 latidos por minuto para ser huésped entre suspiro y suspiro de la flor que contuviera el mejor néctar. Ser un reflejo exótico y fuerte de fragilidad en estado puro y de pureza en estado frágil.
Imposible que el agitado aleteo no la devolviera a la realidad cuando el aire no era aire sino compasión en soledad, duda en suspensión, entelequia al respirar.

Poquito a poco

Le conocí una noche de fiesta, mientras Amaral interpretaba “Cómo Hablar”. Bailamos, reímos, bebimos, hicimos el amor hasta que salió el sol.
Con el tiempo cambió cariños por  juergas, acostumbrándome a sus ausencias a la misma velocidad con la que él se hacía adicto a todo aquello que probaba.
Volvió una mañana cuando yo ya salía. Mi mirada de asco le transformó en un animal sin sentido.
Presenté la correspondiente denuncia y me fui; no me molesté en despedirme.
Ahora, muy lejos, mientras hundo mis pies en la arena nacarada, me viene Chambao a la cabeza, y canto aquella estrofa: “Volveré a sonreír en la mañana…”
Pues eso. Poquito a poco.




Maquillaje

–¿Qué haces, cariño? –pregunta doña Luisa a su nieta.
–Maquillarme.
–¿No crees que eres muy pequeña para hacer algo así?
–¿Tú también piensas que soy una puta como mamá?
–¿Quién dice ese disparate?
–Papá –responde la niña con una naturalidad turbadora.

La abuela se pone en alerta, frunce el ceño y piensa que, aunque sea lo último que haga en esta vida, le va a recordar a su hijo que ya fue bastante bochornoso sentir la vergüenza pública de ser la madre de un maltratador con sentencia firme de la que fue su primera pareja. Ya no piensa dar la cara por un hijo incorregible que es el fiel reflejo de un padre infame.

En el punto de mira

Existen dos mundos paralelos desde mi negativa a tu declaración de amor. En uno tú, atrapado en la absurda realidad de tu amor idealizado. En el otro yo, en mi huida permanente de tu sombra persistente.
Intento hacerte comprender que lo nuestro no puede ser. Pero insistes y, anclado en tu delirio, siento el leve roce de tu cuerpo junto al mío.
Estás cruzando la delgada línea que te separa de la impunidad. Aléjate, inconsciente, pues todo está en tu mente.
Ahora todos te han leído, y todos te vigilan. Ahora estás aquí escrito, en el punto de mira.

Minuto de silencio

El minuto de silencio había sido conmovedor. Juan se sentía avergonzado por aquellos comentarios sobre "feminazis" y denuncias falsas hace dos días en el bar. Elisa, aterrorizada por la situación, no podía dejar de pensar en aquel "aguanta, esto pasará" con el que hace un mes había aconsejado a su amiga. Fran, un poco alejado de la multitud, no dejaba de pensar en aquel "esa zorra se lo merece" cuando su amigo le contó que "se le había ido la mano un poco con Luna". Pedro, con sus 9 años recién cumplidos, no pudo aguantar el llanto mientras echaba de menos a su madre. Raquel sólo pudo suspirar "¿hasta cuándo?".

Después de...

Después de mucho tiempo notaba que el día era diferente. Había estado nerviosa desde la noche anterior a su vuelta al trabajo, paso a paso su confianza se recomponía, casi al mismo ritmo que desaparecían sus moratones. Siempre quedaría el recuerdo en su cabeza como una pequeña esquirla, pero no pensaba dejar que eso le hundiera. Había derrotado al miedo una vez y, con el calor que notó en todos sus compañeros, haría frente a las dudas. Sí, después de mucho tiempo, aquel día lluvioso le pareció el más luminoso de su vida.

Empatía

Te miro ahora - tiritando de frío miedo - que permaneces tumbado, inmóvil en el suelo, el puño todavía crispado; cargado de amenazas. Has tropezado con el perro que siempre te ladra cuando huele tus intenciones bañadas de alcohol, y has dado con toda tu inhumanidad contra el duro suelo de terrazo gris. Tu cabeza ha sonado con un estruendo hueco que ha callado al perro y llenado el pasillo de un silencio inquietante

Desaliñado, un hilo de mala baba asoma en la mueca de disgusto de tu abotargada cara. Aun respiras: bajo tus parpados entrecerrados los ojos convulsionan

¡Suerte! – me digo- mientras miro sin empatía alguna crecer un charquito de rojo espeso que asoma bajo tu descarnada nuca.

Frida y yo

"Este cuadro recoge un suceso divulgado por la crónica "roja" del que Frida Kahlo tuvo conocimiento. Es el crimen cometido por un hombre que en estado de embriaguez y llevado por los celos apuñaló veinte veces a su novia. Ante el juez declaró que solo le había dado "Unos cuantos piquetitos". Su título original es "Apasionadamente enamorado", y hace alguna referencia autobiográfica a su febril y atormentada relación con el pintor Diego Rivera."

Repasaba los audios que hice en el museo Dolores Olmedo de México cuando me di cuenta de que tenía algo en común con Frida: una vez llamé amor al odio. Tenía que intentar que no le pasara a nadie más y lo escribí.

Nubes grises

El cielo cubierto  de nubes cálidas, de colores grisáceos y azulados, me trae recuerdos vagos de los últimos días que pasé con él. Mi cuerpo en el filo de la cama, dándole la  espalda. Añorando otro amor más dulce, otra presencia. Dormía con el lobo malo de los cuentos infantiles. La Bestia había resultado ser bestia, mis besos y caricias no lo transformaron en príncipe. En el viaje a su interior conocí la desolación de las tierras áridas e inhóspitas.
Creí que podría cambiarlo todo, esperé la lenta transformación de mi Bestia en hombre bueno. Me creí sus mentiras. Esperé cada noche a que se tomara el último trago. Un día se fue. Comencé de nuevo.

Mauricio

Mauricio siempre dibujaba lo mismo cuando la profesora les invitaba a hacer un retrato. Una calavera apoyada en el palo de la escoba.

A los siete años nos protegen miles de ángeles de la guarda dispuestos a dejarse las alas en su cometido. A esos ángeles rezaba cada noche: «Por favor, haced que dejen de gritar»

Cuando la tarde caía, él escuchaba a su madre lamentarse de la tardanza del padre y siempre la misma disertación.

- ¡Otra vez, seguro que vendrá bebido!

Entonces Mauricio temblando y atento a la sacudida de la llave escribía en un rincón del cuaderno algo: Seré bueno, es mi culpa, seré bueno, es mi culpa. Así hasta cien veces.

Pesadilla vivida

Los desfibriladores todavía me queman el pecho pero sé que esta habitación color crema junto con las transfusiones de sangre y los goteros con calmantes para el dolor son el lugar más seguro en el que he estado en los últimos meses.

Hace unas horas, he recibido muchos golpes. Puñetazos, patadas, mordiscos. Sucedidos por agresiones con diferentes instrumentos cortantes y punzantes. Cuando estaba inconsciente en el suelo pensó que estaba muerta y huyó. Es un triste cobarde.

Ahora, sedada en esta cama de hospital, escucho a mi hijo decir entre sollozos:
-          Mamá, ya está detenido. A partir de ahora no necesitarás esconder moratones bajo el maquillaje ni esforzarte por sonreír. Ahora tus ojos brillaran sinceros.

El camino

México. Camila, Sofía, Natalia, son algunas de las 540.000 mujeres que al año denuncian delitos sexuales, y casi la mitad de ellas son menores de 15 años.

Afganistán. Jelena es una joven con habla, pero si voz, casada a la fuerza a los 16 años con un hombre que le dobla la edad a cambio de 4000 dólares. Un hombre al cual no conoce y que ya tiene otra mujer.

España. María ha recibido hoy 43 mensajes por whatsapp de su pareja y se siente obligada a responder:
                         "¿Qué haces?" 
                                                               "¿Dónde estás?"
                                                                                                          "¿Con quién?"

Quiero sentirme libre.
Quiero sentirme segura.
Quiero sentirme respetada.

Soy libre, ya puedo volar

Nada en el mundo puede herirte tanto como las palabras cuando se asientan bajo tu piel. Cuando duelen más que cualquier golpe, porque calan tan profundo como el frío del norte. 
Y luego librarse de ellas no es fácil. Por eso quiero decirte que por mucho dolor que tenga, no 
has conseguido destruir mis sueños, el sueño de ser la última que pase por ti, que pase por esta  pesadilla. El sueño de vivir, porque hasta ahora estaba muerta. El sueño de una nueva 
oportunidad, de un nuevo amor, aunque simplemente sea el que me tengo a mí misma. El sueño  de ser valiente, y no volver nunca a mirar atrás. 

Aquellos pequeños actos

En la mesa contigua de la terraza almorzaba otra pareja. De repente, el hombre habló: "Mi cerveza... ¿Puedes ir a preguntar?". La mujer se levantó como una autómata. Nosotros ya nos marchábamos, cuando volví a oírlo: "Hace dos horas que he pedido la cuenta". La mujer no dejó que terminara. Mientras nos alejábamos, observé como ella se perdía entre la penumbra del bar. Cuando llegamos a casa le conté a mi novia la tristeza que me provocó aquella situación. Temí exagerar. Por la tarde, estábamos sentados en el sofá y mi móvil empezó a sonar en el recibidor. Mi novia hizo ademán de levantarse, pero le dije: "Es el mío, yo iré". No pude contenerme y empecé a llorar.

Menudo chollo

Salir de tu casa siendo apenas una niña. Dejar tu familia, tus amigas y amigos. Bienes gananciales. Estrenar un piso perdido en una ciudad fantasma. Parir cinco veces «él quiere un niño». Abortar dos «¡No sirves para nada!». Cocinar, fregar... Recibir  las primeras palizas... Una mala noticia «joven chico travestido hallado muerto con signos de violencia...»... Otra más «el padre del chico asesinado se suicidó ayer a las...».
            Ingresos: pensión de viudedad (fijos) y horas fregando escaleras en negro (variables).
            Gastos: todos.

Siempre saludaba

Con un "hola" comenzó nuestra historia en el bar en el que trabajaba y al que él acudía a tomar café a media mañana. A los dos años, de su aliento solo emanaba un fuerte hedor a vino que intentaba enmascarar con colutorio de sabor a mentol. Vino tinto, morado como las marcas que fueron cubriendo mi piel y embriagando mi alma. Cada día rompía una promesa y yo le premiaba con misericordia, hasta que una mañana adiviné el peligro que acompañaba a mi bondad. Cuentan que lo último que dijo fue "adiós" y se pegó un tiro. Él siempre saludaba, pero yo ya no estaba allí para responderle ni perdonarle. El mentol aún me produce arcadas.

Señales

Él alzó la vista y ella no pudo sostenerle la mirada, pero un fugaz gesto fue suficiente para comprender que tendría que tirar de la parte baja su falda haciéndola descender apenas dos centímetros. Es amor, pensó ella.

Semanas más tarde, con la cabeza apoyada sobre el hombro de él, pudo leer en su móvil un mensaje: ¿desea eliminar doce contactos de su lista? Un dedo diestro y áspero se ocupó de aceptar la pregunta. Él sonrió irónicamente.

- Así tendrás más espacio en tu agenda.

Es amor, siguió pensando ella.

Unos meses después, ella añoraría las palabras dulces, el tenis de los martes, el café con Ángela... No es amor, pensaría entonces.

El ganador

María leyó todos los relatos a concurso. Uno era particularmente inquietante, parecía una fábula de Esopo o un cuento de los hermanos Grimm. Había partes que parecían sacadas del cuento de Caperucita Roja, pero con un final más sangriento. Se sintió identificada. Sabía qué realidad estaba narrando de forma alegórica. Estaba bien escrito y no fue difícil convencer al resto del jurado sobre la conveniencia de premiarlo. La asistencia a la entrega de galardones era obligatoria. María era la encargada de entregar el trofeo al ganador. Cuando lo tuvo cerca le susurró: ‘Sé quién eres. Te estaré observando. Como le toques un pelo a tu mujer, te denuncio’.

Esta mañana soñé

Una vez vi a una mujer secundaria que debía obedecer y no llevar la contraria.
Una vez vi a una mujer cansada que trabajó cada día pero no recibió nada.
Otro día vi a una mujer insegura, sujeta a los estigmas de una educación dura.
Después vi a una mujer fuerte que luchó por sus derechos hasta el día de su muerte.
Ayer vi a una mujer optimista que sentía cerca el fin de la violencia machista.
Pero esta mañana soñé que una mujer me decía: Pronto llegará el día en que el mundo por fin se equilibre. Ese día -me aseguró sonriendo-, vas a ver a una mujer libre.

La invitación

Aquel joven no le ha quitado ojo en toda la noche, ella lo sabe. Abandona a su acompañante por un momento para acercarse a la barra y hablar con el camarero. Después de una charla breve, el camarero se acerca a la mesa donde se encuentra la chica con una copa.

– Su nombre, por favor.

– ¿Es necesario? –Responde ella bruscamente.

– No, es por cortesía – Intenta disimular su malestar con una sonrisa.

– ¿Me pone esa copa o no? – Sara intenta cortar por lo sano aquella indiscreción. Sus amigas que le acompañan en la mesa cuchichean.

– ¿Y qué le digo al caballero? – insiste el camarero.

– Al caballero nada. A su mujer sírvale una copa. Dígale que invito yo.



De mis cenizas

Un día fui polilla y, cegada, perseguí la luz artificial de un dragón que al anochecer escupía fuego. Para saciar su apetito, le regalé amor y unos cuantos sueños; esperanzas que se desgastaron con cada rugido. Masticó mi esencia con sus cánticos, disfrazando de rasguños las heridas profundas. Falso cariño. Consiguió quemarme, pero, a rastras junto a mis cenizas, me rescaté libre y viva. Ya lejos junté mis tejidos, reconstruí mis alas y eché a volar igualando al fénix. De nuevo cegada, sí, pero de vida.

Mi Carta

Me llamo Teresa de Jesús, y suplico ayuda a todos los lean esta carta o puedan leerla, que sepan la verdad de mi vida. Una de humillación y sufrimiento.

Me cuesta mucho escribir y mis letras son feas, más les pese a muchos jamás me rendí a ser una analfeta. No soy menos que vosotros.

Me llena de vergüenza que leas mi carta, más escondida entre los cálidos fogones del puchero es la única forma que tengo de escapar de sus palizas y sus vejaciones.

Me odio por ser cobarde, por ser débil.

Pero con esta carta te fulmino, te elimino. Ya vienen por ti, alguien respondió a mi llanto. La victoria es nuestra.



miércoles, 23 de noviembre de 2016

La realidad

La echo de menos. Han pasado cuatro años pero aún la echo de menos. Creo que jamás podré olvidarla. Recuerdo lo guapa que estaba aquel día con su vestido nuevo, con ese escote tan bonito que me volvía loco. Como a todos los hombres porque ella era así: maravillosa. Aún no puedo creer que no volverá, que aquel cretino la matara por aquel vestido. Que los demás la iban a mirar, que quería provocarlos, que él no era idiota. Cuantas tonterías que aguantar y cuanto daño. Maldito cerdo. No puedo creer que ya no esté, que la matará con sus manos por estar tan guapa. No puedo creer que eso fuera real. No puedo creer que aquel cerdo fuera yo.

Despertar

De repente me miré al espejo, me miré y por fin lo comprendí todo. Entendí que el amor no era control, que no le debía explicaciones a nadie. Que lo que hago con mi vida solo me corresponde juzgarlo a mí. Que existe una gran diferencia entre los consejos y las órdenes. Que me visto para mí, para sentirme guapa, no para que ningún hombre realice ningún comentario acerca de mi aspecto. Entendí que las limitaciones solo me las ponía yo misma, que nada es imposible y que podía hacer todo lo que me propusiera. Decidí que no quería personas tóxicas en mi entorno, que solo se quedarían aquellos que me merecieran. Sonreí, mi felicidad reside solamente en mi misma

Libre

Tirada en el rincón de la habitación, observa como el reloj de pared marca cada segundo, cada minuto, cada hora... No respira, simplemente llora. Y como una llama que poco a poco se va extinguiendo, comienza a perderse a sí misma.
Cada día, contempla ese gran espejo que hay en el dormitorio, el único que sabe lo que realmente pasa allí. Y lo mira, lo mira a todas horas, sueña con él, se funde en su reflejo frustrante. Pasan los días pesadamente y cuando está a punto de rendirse, el espejo está roto. Sus manos sangran, pero el espejo está roto, y eso es lo importante. Nadie pasaría por lo que había vivido.
Ya era libre, ya eran libres.

La tormenta imperfecta

Y en lugar de un abrazo ardiente
Como el sol,
se encontró sola en una noche oscura,
sin luz de estrellas , ni de luna.

El hombre que le prometió brisas
de vientos cálidos
en forma de caricias
la agitaba ahora sin piedad
como un barco de papel en medio de una tormenta.

Desde entonces ella añora playas tropicales, pero nunca más pisará una orilla

La decisión correcta

Caminaba pensativa por el parque cuando un niño despistado tropezó aparatosamente conmigo haciendo que, con el empujón recibido, se cayesen mis gafas de sol. Instintivamente exclamé: ¡lo siento, lo siento, perdona! y me agaché con rapidez para recoger las gafas del suelo. Desconcertado, el pequeño se disculpó: si la culpa fue mía, perdóname tú, y mirándome fijamente me preguntó con curiosidad: ¿por qué me pides perdón?, fui yo quien te hizo daño…. En ese momento sentí como sus inocentes ojos descubrían mi secreto. Avergonzada, bajando la vista, murmuré: es la costumbre… y ocultando de nuevo los moretones tras los cristales oscuros, me fui.
 
Ese día, puse la denuncia. Sin saberlo, ese niño consiguió darme fuerzas para tomar la decisión correcta.



Huir

Tan pequeño e inocente que ni siquiera comprendía lo que estaba ocurriendo. Escuchaba gritos y a mamá llorar encerrada en el baño.
—¡Eres una inútil! —repetía papá mientras golpeaba la puerta.
Recuerdo lo mal que me hacían sentir sus discusiones y el nudo en el estómago. Tan solo quería huir de allí. Evadirme de tal situación.
—¡Maldita mujer! —continuó.
Corrí a esconderme en la despensa asustado, como único refugio. Los golpes cada vez eran más fuertes. A estos les siguió un portazo y un silencio sepulcral.
Después me encontraría aquel señor trajeado y diría la frase que marcaría el resto de mi vida: «lo siento, chico, mamá no va a volver».
Conseguí huir, pero a qué precio.