lunes, 23 de noviembre de 2015

"Margaritas, Rosas, Azucenas", por Fortunata o Jacinta

Despertó. Abrió lentamente los ojos. Respiró hondo y le invadió una tranquilidad que hacía mucho tiempo que no sentía. No había gritos, ni miedo, ni dolor, ni rabia. Sólo silencio y sosiego. Un inmenso cielo azul. Y olor a flores. Margaritas, rosas, azucenas. Como cuando era pequeña, y acompañaba a su madre a regar las plantas del jardín.

De repente un sollozo. Otro. Era su hija llorando. Ahogándose en lágrimas. Quiso correr a abrazarla. A decirle, como siempre, que mientras estuvieran juntas nada malo les pasaría. Pero no podía moverse.

Vio una lápida. Y otra. Y otra. Muchas lápidas. Y entonces supo que aquel malnacido al que un día había querido, la había matado en la última paliza.






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