lunes, 23 de noviembre de 2015

Luché y eduqué

Desde bien pequeño vio y escuchó cómo el déspota con el que vivíamos me partía la cara, el corazón, el espíritu, el alma… Un día, casi en el fin de mi vida, me bebí todo mi valor e hice frente a esta situación; el bravo hombretón se largó, yo esperé a que mi niño volviera del colegio. Pensé en diferentes discursos para contarle la grotesca historia, parecía que todos teñían palabras muy desagradables y no quería causar terror; en el fondo yo sabía que él me iba a comprender; sentí miedo, ¿y si realmente no podía comprender?; y entonces entendí que únicamente tenía que educar a sus sentimientos, valores, moral… educar en la paz.



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