lunes, 23 de noviembre de 2015

Juegos

La sencillez de su vestido encajaba en su belleza apagada y su mirada perdida. La conocía desde pequeña pero parecía diferente.

Estábamos rodeadas de gente bailando sin ritmo debido al alcohol. La busqué con la mirada.
 
- ¿Qué te pasa? No respondes mis llamadas.
 
Su gesto dirigió mi mirada a su marido, luego me empujó suavemente para que me fuera.
 
Más tarde recibí una llamada.
 
- Amiga, ¿recuerdas cuándo jugábamos a ser mamás casadas y felices? Ahora el juego es verdad, pero sin felicidad, sin hijos y sin nadie que lo interrumpa al final de la tarde. Ayúdame, ya no quiero jugar. Necesito una amiga para jugar a eso de ser independiente, valiente, segura... a ser esa niña feliz de nuevo.



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