La sencillez de su vestido encajaba en su belleza apagada y su mirada perdida. La conocía desde pequeña pero parecía diferente.
Estábamos rodeadas de gente bailando sin ritmo debido al alcohol. La busqué con la mirada.
Estábamos rodeadas de gente bailando sin ritmo debido al alcohol. La busqué con la mirada.
- ¿Qué te pasa? No respondes mis llamadas.
Su gesto dirigió mi mirada a su marido, luego me empujó suavemente para que me fuera.
Más tarde recibí una llamada.
- Amiga, ¿recuerdas cuándo jugábamos a ser mamás casadas y felices? Ahora el juego es verdad, pero sin felicidad, sin hijos y sin nadie que lo interrumpa al final de la tarde. Ayúdame, ya no quiero jugar. Necesito una amiga para jugar a eso de ser independiente, valiente, segura... a ser esa niña feliz de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario