lunes, 23 de noviembre de 2015

El espejo

Terminó de fregar la olla y todo se volvió rojo, como de sangre. Había sangre por todas partes, en los azulejos, en los marcos, arriba en la claraboya. Se puso nerviosa. Intentó limpiarla empezando por el primer azulejo del primer cuadrante de la cocina, junto al grifo. Frotó hasta que vio que también había amor manchando las paredes, y era más difícil de quitar que la sangre. Se había derramado y fluía a la luz de la luna, abierto como un corte en la piel de las ranas…

Dejó de limpiar, se sentó en una silla y apoyó la cabeza entre las manos. Sentía los ojos duros, como lentes, crispados de sostener tanto tiempo aquella verdad inhumana y microscópica.

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