lunes, 23 de noviembre de 2015

DE MI SANGRE

Abruptamente luces intermitentes despertaban en sendos edificios. Gritos contrastaban con susurros de quien alarmado y curioso el oído arrimaba.

Ella lo balanceó tímidamente y luego con insistencia.

—Duérmete y no te metas donde no te llaman -sentenció girándose y dándole la espalda a su mujer-.

—Es en la última planta, por encima de la de tu hermano -insistió ella creyendo localizada la pelea-. Tendríamos que llamar a la policía.

—¡No vas a llamar a nadie! -Le gritó-. Ya llamará mi hermano si no les dejan dormir.

Ella enmudeció cómplice en su silencio, sabiendo que su hermano siendo igual que él, no llamaría.

Por la mañana las sirenas clamaban al duelo y justicia por su cuñada asesinada y el hermano preso.

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