Después de viajar por planetas desolados y ser engullida por agujeros implacables, ayer, finalmente, encontré un grifo en la luna, un satélite lejano dónde construir un hogar. Dejo atrás, abandono, una casa de sequía y miedo permanente. He traído un equipaje escaso: un cepillo de dientes, un libro y dos mudas, pero a partir de hoy, espero encontrar agua en mis bolsillos, lluvía ocasional y tres ventanas que me protejan del viento gélido del norte. Sé que, porque he dejado atrás mis peores pesadillas, puedo hilvanar nuevos recuerdos e intentar, algún martes extraviado, escribir poemas sin rima y un cuento azul.
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