Mientras desgajaba una mandarina, no dejaba de darle vueltas a los acontecimientos de la mañana; el pequeño Mauro, que había sido alumno suyo hasta los 5 años, golpeó violentamente a una compañera.
El niño, cabizbajo, estaba sentado a su lado con las manos apoyadas en sus rodillas, parecía que no hubiera roto un plato en su vida. Juntos esperaban a sus padres para tener una pequeña charla, pero sus temores se hicieron realidad cuando al abrirse la puerta, apareció sólo el padre.
-¿Qué has hecho esta vez, Mauro?.
Al parecer, el desencadenante había sido un dibujo robado dónde se podía distinguir una mujer diminuta con la cara pintada en rojo, a su lado, una figura se alzaba amenazante.
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