lunes, 26 de octubre de 2015

Un cuento

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-Mamá ¿Qué es España? –me preguntó mi hija.

-Un país sin violencia de género, donde impera la igualdad y donde los maltratadores se pudren en la cárcel. Y se protege a las víctimas. Y colorín colorado…

-¡Has terminado como su fuera un cuento!

-Es que lo es, hija. Es que lo es...

Esperanza

Siempre le habían hecho creer que no valía. Que era más lenta que sus hermanos. Poco después comenzaron los golpes, como si estuvieran convencidos de que así iba a entender mejor la vida. Para estar a la altura, ella hacía todo lo que le ordenaban y más; pero nunca era suficiente.
Una tarde, decidió que ya no podía seguir adelante. Se derrumbó ante la puerta de la asociación, sin fuerzas para entrar. La vergüenza y el miedo la carcomían, y le impedían cruzar el umbral.
Una mujer apareció en la entrada y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Sin preguntas, ni objeciones. Por fin, después de tanto tiempo, una sonrisa…
—Entra—le dijo solamente. —No estás sola. 

Dieciséis razones

Primero fue un simple empujón. Más tarde adquiriste la costumbre de darme algún cachete cuando algo no te cuadraba. El cachete se fue transformando en golpes, los golpes en huesos rotos y más huesos rotos. Solo dieciséis razones por las que no me atreví a dar el paso: miedo, vergüenza, terror, sofoco, pavor, humillación, pánico, escándalo, honor, ultraje, espanto, bochorno, temor, mancha, cobardía y deshonra. Ahora tiene la costumbre de llevarme flores al cementerio. ¡No esperes, llama!

Al revés

Esta es la historia del marido que, primero, por su cierta aversión a la cárcel, se quitó la vida y, después, trató de asesinar a su esposa, a la que despreciaba con exacerbado cariño y llevaba años golpeando porque, según él, todo lo hacía al revés y no valía para nada. No obstante, hay quien asegura que, finalmente, no pudo hacerlo, no pudo matarla, y que sigue intentándolo para no parecerse a ella.

Mártir



-¿Por que me pegas, amor?, si yo te quiero, amor.
-¿Por que me insultas, amor? Si yo te venero, amor
-¿Por que me infravaloras, amor? si yo te pongo en un pedestal, amor
Me pregunto aun, sabiendo que me amas, amor, sabiendo que me quieres, dolor, sabiendo que sin mi te mueres, corazón, ¿Por que me matas, amor?
Si yo sin ti no vivo, amor, si yo por ti muero, amor, si yo cuido de ti, amor, si yo por ti me levanto, amor, si yo sin ti no duermo, amor, si yo sin ti no soy nadie ,amor si yo sin ti me pierdo, amor, si yo sin ti no existo, amor
Rezo, -¿Por que me olvidas, amor?


LOS HILVANES DEL TIEMPO


         

                        Guardada en un arcón está la falda de mi bisabuela, larga hasta los pies. Si enseñaba el tobillo su marido la maltrataba.
                    En una cómoda he encontrado una falda de mi abuela un poco menos larga que la de la bisabuela. Si se le veía la pantorrilla mi abuelo le gritaba.
                      En un armario cuelga una falda de mi madre hasta media pierna. Si al sentarse enseñaba la rodilla, mi padre le ponía mala cara y se enfadaba.  
                        Sobre la silla, me espera mi minifalda para salir por la noche hasta la hora que quiera. Los tiempos cambian y mi padre no se atreve a decirme nada.
                         Hoy grito: ¡hay que eliminar la violencia!

             


PRIMERA ENSEÑANZA


Hablaba con mamá a menudo. Si no me respondía trataba de escuchar a través de las paredes: se oían tremendas discusiones. Cuando la sentía triste me ponía muy nerviosa y me hacía daño esforzándome por salir a consolarla. Según pasaron los días, me empezó a dar miedo hacerlo; no estaba muy segura de mis fuerzas, pero no me quedó más remedio. Me dolió cuando me separaron de ella y me pegaron hasta hacerme llorar. Papá, que era quien atemorizaba tanto a mamá, me cogió entre sus brazos y sonrió feliz. Entonces supe que para vivir en paz debía aprender más que ellos.

NOSOTRAS

                                            
 Toda la vida había oído a nuestro abuelo decir, "las mujeres deben cuidar de los hombres".
 Aturdida, mire mis pies descalzos, manchados de barro. No recordaba cómo había ido a parar allí. Intentando incorporarme sentí un escalofrió que retorcía mi cuerpo, y una fuerza que parecía atarme al suelo. Confusa, una vez más volví a intentarlo. Sentía dolor por todo  mi cuerpo. Note el dolor más intenso en mi sexo. Intente suavemente deslizar la mano sobre él, pero la mano comenzaba a temblarme, las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, y entonces la piel, el estómago, y todo mi ser, reacciono.
Yo nunca entregaría mi vida a cuidar de  EL, la entregaría a cuidar de nosotras.

Kevin la agarraba por el cuello, sin importarle nada.

Kevin la agarraba por el cuello, sin importarle nada . Llegó la Seño. "Hoy estarás castigado sin recreo". Cuando su madre fue a recogerlo, tenía otra vez las gafas puestas. Fue a besarlo, pero él la empujó y salió corriendo. Cuando ella salió, la esperaba su padre. "Me ha pegado un niño"- dijo lloriqueando."¿ Se lo has dicho a la Seño?"- preguntó él . Ella asintió, siendo consolada."¿Y cómo dice que ha sido , señora?"- preguntaba esa misma tarde un policía  , a una mujer con gafas negras. "Fue antes de ir a recoger al niño al colegio- contestó dejando ver los ojos amoratados-" ...Y está contagiando a mi niño, ¿sabe?..Me zarandea y pega a las niñas en el colegio".

SALVAJE




Vimos como la zarandeaba, le tiraba del pelo y la abofeteaba, en nuestra presencia. Ella estaba embarazada. Cuando nos acercamos para intervenir, nos miró desafiante. Agarró a la mujer por el brazo y tiró de ella como para marcharse, llevándola a empujones. Se lo impedimos y tuvo que acompañarnos por la fuerza. Quedó detenido.
En el juicio, su abogado me pidió que declarara lo que había presenciado.
"Vi al acusado tratar salvajemente a la mujer embarazada. Vi como la empujó violentamente, como la abofeteó y además dijo que tenía todo el derecho a tratarla como quisiera, porque era suya. También vi…"
¡Es suficiente! Gracias. Dijo el abogado interrumpiendo mi declaración. Si seguía hablando, sería peor.
Aun así, fue duramente condenado.